La madera es prácticamente la única materia prima renovable que se utiliza a gran escala y en la que su aprovechamiento no daña al medio ambiente.
Los recursos naturales se empiezan a ver como un bien que ha de administrarse sabiamente, puesto que ha de ser la herencia para las futuras generaciones. Los factores que contempla el «desarrollo sostenido» se podrían resumir en:
Ahorro energético: la energía necesaria para la fabricación de la madera es nula. El árbol utiliza energía solar para su desarrollo (función clorofílica). Y el consumo de energía en el proceso de transformación de la madera es muy pequeño (430Kwh por tonelada) en comparación con los del acero (2700 Kwh/T), aluminio (17000 Kwh/T) o cemento.
Respeto al medio ambiente: El aprovechamiento ordenado de los bosques conjuga el aspecto productivo (obtención de la madera) con el respeto al medio ambiente y la conservación del equilibrio ecológico.
Se han incorporado sofisticados controles a los procesos de fabricación que permiten evitar el deterioro del medio ambiente.
Reciclabilidad y ahorro de materia prima: Una vez finalizado su ciclo de vida, la madera se recicla o se revaloriza como abono o energía calorífica, sin contaminar al medio ambiente.
Si se incluyeran los costes de reciclabilidad o eliminación de residuos en el precio de los productos industriales, pocos materiales podrían competir con la madera.
Su tecnología ha ido evolucionando. Se han mejorado las propiedades de sus productos derivados, han surgido nuevos productos que han ampliado su campo de aplicación y se han complementado con otras materias primas para mejorar sus prestaciones.
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